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Desarrollan una pastilla a base de bacterias fecales para curar la diabetes y otras enfermedades

Se han dado los primeros pasos para activar una pequeña revolución científica, en la que que sólo el tiempo dictaminará su verdadera dimensión. Se trata de la posibilidad de, mediante una pastilla, poder atenuar, e incluso erradicar, algunas enfermedades como la diabetes, o eliminar las bacterias resistentes a los antibióticos.

Esta pastilla tan especial, estaría elaborada a base bacterias fecales de una persona con una microbiota (flora intestinal) sana. “La idea es liofilizar [extraer el agua] de esas bacterias para después colocarlas en una pastilla que sería utilizada a modo de tratamiento o de manera profiláctica”, ha explicado al diario La Vanguardia Climent Casals-Pascual, microbiólogo, consultor del Centro de Diagnóstico Biomédico del Hospital Clínico de Barcelona y miembro del equipo que dirige esta investigación. “Se trata de un proceso muy limpio, que se encuentra en un estado embrionario, y que puede tener aplicaciones en enfermedades como la hipertensión, la diabetes o la obesidad”, agrega.

De hecho, este procedimiento, aunque de una manera totalmente distinta, ya se está llevando a cabo, ya que el potencial de las bacterias sanas “se conoce desde hace un siglo”, subraya Casals-Pascual. “Lo que pasa es que la gente ha sido un poco escrupulosa al respecto”, puntualiza.

Hoy en día, esta técnica se materializa a través de una colonoscopia, donde previamente se han obtenido las bacterias sanas de una persona con una microbiota saludable que se transfieren al paciente mediante lo que se conoce como un trasplante fecal. En el mundo animal, esta manera de proceder, llevada obviamente a la práctica mediante otra estrategia, está muy extendida.

Hay animales, como los pandas, los koalas, los hipopótamos o los elefantes, que se comen las defecaciones de sus madres. Y lo hacen para tener la flora bacteriana adecuada”, defiende este microbiólogo. Hay estudios sólidos que demuestran, según este investigador, que las bacterias sanas acaban erradicando las malas.

El proyecto, que nace de la colaboración entre los departamentos de enfermedades infecciosas y de microbiología del Clínico, también podría tener aplicaciones en el campo de la salud mental debido a la curiosa conexión que existe entre el intestino (las tripas) y el cerebro. “El dolor de estómago repentino cuando nos ponemos nerviosos es algo universal, y es que existe un circuito (nervios) que conecta ambos órganos”, recuerda Casals-Pascual.

Y como todas las conexiones, ésta también funciona en el doble sentido. “Hay observaciones, casi todas en modelos animales, que sugieren claramente que determinado tipo de microbiota puede afectar al estrés, la angustia-ansiedad, y por tanto, son susceptibles de ser modulados”, agrega.

La futura pastilla, de la que se podrían tener los primeros prototipos en 18/24 meses para empezar con los ensayos con pacientes, también podría incidir en la problemática de las bacterias resistentes a los antibióticos. “Se trata de un reto enorme”, apunta este investigador.

Si el tratamiento funcionara, se podría conseguir “la mejora del estado de salud de la población más envejecida, que actúa como vector de transmisión”. Sin embargo, “las personas mayores están colonizadas por bacterias muy resistentes a los antibióticos, y no tenemos nada que darles”, lamenta Casals-Pascual.

En paralelo, si la pastilla resultara eficaz en la lucha contra estas bacterias resistentes sería una buena noticia para las arcas públicas, ya que supondría “una disminución sustancial de los presupuestos sanitarios”. Y todo ello gracias a la bajada de los recursos destinados a la obtención de antibióticos y a la disminución del tiempo de muchos ingresos hospitalarios.

Ahora, los investigadores centran sus esfuerzos en determinar qué grupo de bacterias quieren inserir dentro de la pastilla. “Hay miles y miles de especies diferentes, y unas son más beneficiosas que otras”, apunta el microbiólogo. Lo que pretenden es encontrar “el cóctel final” que tenga “el beneficio máximo sobre el paciente”.

 La idea es, una vez obtenida la pastilla y verificada su eficiencia a través de estudios clínicos, utilizarla en ambientes hospitalarios, “no buscando el beneficio económico”. Es lo mismo que están haciendo en la Universidad de Harvard, por ejemplo, donde existen bancos de microbiota.

Al final, el objetivo principal, tal y como sentencia este microbiólogo, es encontrar “una solución de bajo coste” a un problema, como es el de la resistencia a los antibióticos, “grave y urgente”.

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