La falta de sol puede incrementar la diabetes y aumentar el peso en invierno

Un estudio publicado en la revista Scientific Reports, concluye que cuando la onda de la luz azul del sol penetra en la piel y alcanza las células grasas que están justo debajo, los lípidos reducen su tamaño y acaban soltándose de la célula... o lo que es lo mismo: las dejan de almacernar grasa.

Según ha explicado Peter Light, "la insuficiente exposición a la luz solar que tienen quienes viven en zonas más al norte gran parte del año podría promover un almacenamiento de grasa y, por tanto, un aumento de peso en esos periodos".

Pese a su hallazgo, Light admite que se trata tan solo de una observación inicial y no se debe promover la exposición solar como una forma segura de perder peso. “Por ejemplo, todavía no sabemos la intensidad ni el tiempo de exposición necesario para que se active esta vía”, ha apuntado.

Lo que sí parece claro es que puede abrir nuevas vías para desarrollar tratamientos farmacológicos o basados en la luz para tratar la obesidad u otros trastornos asociados, como la diabetes.

Su hallazgo se produjo mientras investigaban la bioingeniería de las células grasas para producir insulina en respuesta a la luz, para ayudar a los pacientes con diabetes tipo 1. “Fue fortuito”, ha explicado Light, agregando que su nombre es una coincidencia irónica ya que la luz no era su principal campo de investigación.

Notamos la reacción de las células de los tejidos humanos en nuestros experimentos de control negativo, y como no había nada en la literatura, sabíamos que era importante investigar más a fondo”, ha afirmado.

La vía molecular descubierta ya fue identificada por primera vez cuando es activada por el ojo a medida que se expone a las longitudes de onda azules en la luz solar. “Es por eso que se supone que no debes mirar dispositivos digitales antes de ir a la cama porque emiten la misma luz azul que el sol, que nos indica que debemos despertar”, ha explicado.

El experto defiende que esa exposición a la luz solar que dirige los patrones de sueño y vigilia también puede actuar de manera sensorial, estableciendo la cantidad de grasa que los humanos queman dependiendo de la temporada. Un proceso que, según Light, también podría ser evolutivo, respaldado por el hecho de que, a diferencia de muchos otros mamíferos, la grasa humana se extiende por todo el cuerpo justo debajo de la piel.

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