Dormir es importante para la salud física y mental, y ahora se sabe que hacerlo mal, sobre todo si se prolonga en el tiempo, podría provocar ciertas enfermedades como la diabetes.
Según ha explicado a la revista Hola la doctora Susana Soler Algarra, responsable de la unidad de neurofisiología y del sueño del Hospital Vithas Valencia 9 de Octubre, “el insomnio puede alterar la producción de hormonas y neurotransmisores, cuya secreción es regulada por el hipotálamo, lo cual repercute en el reloj biológico”, a lo que ha añadido que “una falta significativa y prolongada de sueño puede afectar al sistema inmunitario, salud intestinal, asociarse al incremento del ritmo cardíaco y de la presión arterial, incluso de la obesidad. También se ve afectado el procesamiento de la glucosa, lo que implica mayor riesgo de diabetes tipo 2”.
Esta relación es más probable en casos de insomnio crónico que conlleve una "reducción importante de la cantidad total de sueño", ha concretado la experta, que ha aclarado que "el insomnio crónico supone un factor de riesgo para enfermedades cardiovasculares y metabólicas, tal como ocurre con otros trastornos del sueño crónicos que provocan una fractura de la continuidad del sueño y una reducción significativa de su cantidad total".
La experta ha comentado que “determinados estudios evidencian que una reducción de 3 a 4 horas en la cantidad total de sueño de cada noche se asocia con un incremento de la comorbilidad cardiovascular y otras condiciones médicas; mientras que en casos de insomnio menos intenso no se producía esta asociación de forma estadísticamente significativa”.
Pero el insomnio prolongado no solo aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares y metabólicas; sino que es sabido que dormir mal de forma constante repercute en nuestro cerebro pudiendo afectar a las tareas cognitivas cotidianas. “A nivel mental, -afirma la especialista-, la falta de sueño dificulta la toma de decisiones y la concentración. Además, la privación crónica de sueño conduce a serios trastornos psicológicos a largo plazo, como ansiedad y depresión”, ha concluido la experta.