Es habitual que temamos a los carbohidratos cuando la diabetes entra en nuestras vidas, ya que hay estudios científicos que avalan que una dieta bajo en carbohidratos puede beneficiar a personas con sobrepeso, resistencia a la insulina o diabetes; sin embargo, los expertos aseguran que esto no es tan evidente, y que además sienta un mal precedente vincular el consumo de carbohidratos con la aparición de la diabetes.
Según estos expertos, la realidad es que la aparición de la diabetes no se debe solo a una dieta llena de carbohidratos, y aunque puede vincularse, no se trata de un requisito indispensable, y es posible que la diabetes aparezca en dietas pobres en hidratos de carbono.
Existen muchos mitos y falsas creencias a la hora de comprender el origen de la diabetes, y no se trata de abrir la veda a atiborrarnos de carbohidratos, especialmente a los que más azúcares añadidos tienen y que menos nos aportan, si no que significa, según los especialistas, que debemos contrlar la calidad de los hidratos de carbono que tomemos, dando más espacio a los que supongan un pico glucémico menor o los que nutricionalmente aporten también proteínas o grasas de calidad.
Uno de los principales factores que desencadena la diabetes es un superávit energético crónico, o sea, un superávit de calorías dietéticas, en detrimento de ese déficit calórico que necesitamos para adelgazar y perder peso. A nuestro cuerpo no le sienta bien la grasa de más y le da igual el origen de los macronutrientes que lo genere, razón por la que prevenir la diabetes no pasa solo por arrestar a los carbohidratos.
Se trata de una concatenación de factores que también se vinculan con el síndrome metabólico, y parece demostrado que cuanto menos nutritivos son nuestros alimentos y, sin embargo, más calóricos, peor nos irá para intentar plantar cara a la resistencia a la insulina. Por este motivo el exceso de azúcares, de grasas o de alimentos ultraprocesados es el camino a evitar si queremos que la diabetes no aparezca.
En este sentido, los expertos exlican que no es la única batalla que debemos disputar si queremos evitar la diabetes o, cuanto menos, coger menos papeletas para que aparezca, de forma que una avanzada edad o un componente genético también influyen, aunque podemos intentar combatirlos con nuestros hábitos saludables. En este caso hemos hay que tender en cuenta factores como el estrés crónico y a la falta de sueño, que cuando se produce a menudo, ya sea con insomnio o con poco descanso, altera los ritmos circadianos, sucediendo una retroalimentación que impide, por ejemplo, que el metabolismo basal consuma energía, aunque también secretamos menos testosterona y así formamos un círculo vicioso que torpedea nuestras noches.
Nuestro organismo ha evolucionado a lo largo de de los siglos para quemar grasa en ejercicios de baja intensidad y quemar glucosa en ejercicios de alta intensidad; al tiempo que la sobrealimentación no ha de vincularse solo a los hidratos de carbono, sino en general a cualquier producto que dispare nuestras calorías. Es decir, cualquier dieta hipercalórica contribuye a aumentar la resistencia a la insulina, que es el primer paso de la diabetes, y como como consecuencia, también se produce un incremento de grasa corporal en los tres niveles de grasa almacenable, que al mismo tiempo incrementan esa resistencia a la insulina.