Eran bellos, delgados y resilientes, y se llamaban a sí mismos como "la gente del río", cuando además eran los "reyes del desierto"... pero finalmente terminaron con las mujeres más obesas de América, y señalados por una enfermedad incurable que en la actualidad se ha convertoido en una epidemia creciente: la diabetes.
Antes de que la malnutrición y la diabetes los golpeara, varios miles de años atrás, este pueblo había cruzado el pasillo helado del Estrecho de Bering para terminar asentándose, paradójicamente, en un desierto, y provocando lo que bien podrían ser las primeras migraciones ancestrales al continente americano.
Según cuenta en un amplio reportaje el diario digital Público, la leyenda dice que "pi'ma" fue lo que respondieron a los españoles, los primeros usurpadores atlánticos que pisaron su tierra, cuando les preguntaron por su nombre.
Los pima habitaban en el desierto de Sonora, actualmente partido entre México y los Estados Unidos, y más tarde llegarían otros blancos, colonos y ejércitos, hablando nuevas lenguas, peleando y buscando establecerse.
La historia de los pima es trágica y seguramente, aunque hayan montado algún casino en su actual reserva, lo seguirá siendo, convirtiéndose en una de esas narraciones que cuentan en las películas: tiros y asaltos de una colonización sin escrúpulos, a la manera del las historias del Salvaje Oeste. Como si de un guión digno de John Ford se tratara, unos cuatreros les usurparon el espacio vital, robaronn tus cultivos y su subsistencia con klo que tuvieron que alimentarse con harinas blancas, convirtiéndose en un caso de estudio clásico en nutrición.
A partir de esta desgracia, surgió la relación directa entre esta dieta y enfermedades como la diabetes o la obesidad, una relación más fuerte que los propios genes. Para entenderlo, hay que acudir a las batallas y la política que hiciewron que esta tribu de cazadores y pequeños granjeros quedara para siempre partida en dos. Por un lado, los pima que vivirían desde entonces en la zona mexicana, y por el otro, en la estadounidense.
El caudal del río que los había alimentado se iría en gran parte secando por el expolio de las nuevas ciudades y de los cultivos de los colonos. El lado estadounidense es el que más nos interesa aquí, ya que vVivían en un desierto donde el agua es el bien más preciado. Gracias al río Gila, de aguas cristalinas, vibrante caudal de la árida planicie, habían sido unos pequeños agricultores exitosos, sacando frijoles, maíz y algodón. Durante la conquista española, les había llegado el trigo y la sandía, y ellos comerciaban con estos alimentos.
Las autoridades estadounidenses alimentaron a los pimas por concepto de excedente, y la tribu dependía de esta dieta que les enviaba el Gobierno, de forma que su nueva alimentación estaba basada en manteca de cerdo, harina blanca y carnes enlatadas. Hoy en día, en la reserva, el pan frito con manteca les parece un plato tradicional.
Así las cosas, se volvieron dependientes de una nueva economía que no ha evitado que la mayoría siga viviendo hoy en la pobreza, perdiendo su esencia, y estando ahor golpeados por el estrés, el alcoholismo, el desempleo, y el crimen creciente de las bandas juveniles.
La dieta cambió drásticamente por este motivo hasta llegar a hoy, que, aunque están más concienciados, siguen presentando uno de los índices de prevalencia de diabetes tipo 2 más altos del mundo, es decir, cuando llegan a la edad de cincuenta años es diagnosticado de esta enfermedad un número muy elevado de ellos, y por este motivo seguramente desarrollarán problemas cardiacos, renales y muertes prematuras.
Las tasas de diabetes en niños y adolescentes están igualmente disparadas. La hemodiálisis es hoy un rito tradicional, y las explicaciones que ha dado la ciencia para este fenómeno son multifactoriales, y pasan porque los pima presentan una predisposición genética para sufrir la enfermedad, aunque la dieta ha sido el principal factor de la epidemia.
Esto lo demuestra otra curiosidad histórica que nos permite comparar, y es que la parte de la tribu que quedó en el otro lado de la frontera, la que habita en la zona mexicana, han seguido manteniendo una dieta más próxima a la ancestral y, aún con la misma predisposición biológica, no presentan los altos índices de diabetes de sus parientes estadounidenses.
De esta manera, los pima mexicanos se encuentran repartidos en pequeños núcleos del suroeste del estado de Chihuahua y al este de Sonora, y cuando se realizó el primer estudio sobre la diabetes en 1991 los resultados fueron esclarecedores. En el lado mexicano apenas se reportó un 11 % en mujeres y 6 % en hombres; en la zona estadounidense, un 37 % en mujeres y 54 % en hombres.
Estudios posteriores dieron resultados similares: los indios que habían quedado atrapados en la reserva estadounidense presentaban índices mucho mayores que sus parientes mexicanos.
Los investigadores se fijaron en la dieta, y mientras los pima mexicanos comían alimentos bajos en grasa, altos en fibra y con carbohidratos complejos, los estadounidenses hacían lo contrario: comida baja en fibra y con un alto contenido de grasa saturada. Por otra parte, los mexicanos realizaban más ejercicio físico y presentaban un mayor gasto de energía, principalmente por sus actividades agrícolas. Cultivaban y cosechaban la mayoría de los alimentos que consumían con la ayuda de bueyes o mulas.
Los pimas de Arizona, en cambio, se habían vuelto sedentarios, compraban los alimentos en supermercados, se movían en automóviles o en transporte público, mientras se atiborraban de más grasas de las recomendadas y con un alto porcentaje de carbohidratos simples. La combinación de estos factores, junto a su predisposición genética, hizo que presentarán una de las prevalencias más altas de diabetes y obesidad del mundo, lo que llamó la atención de la medicina global.
Ya que ambos grupos comparten el mismo pool genético, la principal hipótesis es que la dieta y el modo de vida tiene un papel crucial para disparar la diabetes tipo 2. Según los investigadores, es algo que podríamos extrapolar al resto de humanos. "Los cambios asociados a los estilos de vida occidentalizados pueden jugar un papel preponderante y pudieran explicar en gran medida la epidemia global de DT2 y obesidad", explican en el estudio Interacción entre genética y estilo de vida en el desarrollo de la diabetes mellitus tipo 2: el estudio de los indios pima.
De esta manera, los pimas nos están mandando el mensaje de que genética y medio ambiente interactúan, siendo este último, seguramente, quien tiene un papel determinante en la patología, al tiempo que el estilo de vida, la dieta y la actividad física, son claves a la hora de combatir la diabetes tipo 2 y la obesida.
Han sido más de dos décadas estudiando a esta tribu para llegar a esta conclusión, y descubrir que en el mundo actual, muchos pueblos indígenas se encuentran hoy en procesos de cambio parecidos, por no hablar de lo que está ocurriendo en los países desarrollados o en vías de desarrollo.