La ciencia está cada vez más cerca de lograr una vacuna para la diabetes. Un equipo de investigadores de la Universidad de Stanford (EEUU) ha probado un tipo de inmunización en un grupo de pacientes y los resultados, publicados en la revista Science Translational Medicine, han sido prometedores.
En la actualidad, "no hay inmunoterapia aprobada para el tratamiento de la diabetes tipo 1, sólo inyecciones de insulina, un avance que fue descubierto ya hace más de 90 años", ha explicado Lawrence Steinman, uno de los autores del estudio y profesor de Pediatría y Neurología en la Universidad de Stanford.
Cuenta el diario El Mundo que con los nuevos hallazgos que aporta esta investigación sobre la esperada vacuna contra la diabetes, los pacientes podrían tener en un futuro no muy lejano una alternativa terapéutica más novedosa y cómoda, en comparación con las inyecciones diarias de insulina.
En el ensayo clínico, los investigadores de la Stanford inyectaron la anhelada vacuna a 80 pacientes con diabetes tipo 1, que afecta especialmente a niños y jóvenes.
Por alguna razón que aún se desconoce, esta enfermedad está originada por una especie de error en el funcionamiento del sistema inmune, que destruye de forma indiscriminada las células beta-pancreáticas, que son las que producen la insulina que el organismo necesita. Según los expertos, parece que uno de los responsables de este ataque son los linfocitos CD8, que en estos pacientes se presentan en concentraciones muy elevadas.
Basándose en esta hipótesis y para reparar este fallo inmune, el equipo de científicos de Stanford ha creado la "primera vacuna de ADN para la diabetes de tipo 1 que se prueba en humanos", según subraya Richard Insel, director científico de la Fundación de Investigación de Diabetes Juvenil.
Desde hace años, señala Isabel González, endocrinóloga y jefe de sección del Hospital infantil La Paz de Madrid al comentar este estudio, "se está investigando cómo hacer para que el proceso autoinmune no siga destruyendo células beta. Hay muchos proyectos de vacuna que lo intentan, pero sin éxito".
Cuenta el diario El Mundo que los científicos se sirvieron de un trozo de ADN con el gen de la proteína proinsulina (precursora de la insulina) con el objetivo de crear una clase especial de células inmunes capaces de combatir el aumento de células CD8, relacionadas con la destrucción de las células beta-pancreáticas que producen la insulina.
Los investigadores administraron inyecciones intramusculares de esta vacuna cada semana a 80 pacientes durante tres meses y compararon los resultados con un grupo placebo. En lugar de medir sólo los niveles de azúcar en sangre, los expertos se fijaron especialmente en los niveles del péptido C. "Es un excelente indicador de la producción de insulina por las células beta del páncreas [para evaluar el estado de los diabéticos]", afirma Steinman.
El laboratorio de Bart Roep, principal autor de la investigación, se encargó de analizar las muestras de sangre. Los datos indican que en los pacientes que recibieron la vacuna, el ataque a las células beta había sido menor, ya que "la inmunización administrada impide que las células autoinmues ataquen a las células secretoras de insulina".
Se trata de un hallazgo muy esperado, pero que aún tiene que confirmarse porque a las dos semanas de haber suspendido el programa, los efectos beneficiosos empezaron a perder fuerza, por lo que asumen y advierten los investigadores, que "deben realizarse más ensayos, más amplios y de duración más larga que confirmen nuestras conclusiones".
Como comenta la doctora González, este hallazgo "puede ser prometedor [...] Hay que tener cuidado con las vacunas que actúan sobre todo el sistema inmunológico porque pueden producir enfermedades autoinmunes, de ahí el interés de que la vacuna sea selectiva y sólo suprima una pequeña parte de células inmunes".