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El sueño irregular podría aumentar las posibilidades de sufrir diabetes

Dormir mal no solo repercute en nuestro descanso y en nuestro estado de ánimo, sino que también podría influir en nuestra salud, según demuestran varios estudios que han vinculado el insomnio con la diabetes y la obesidad, demostrando que dormir poco baja los niveles de leptina (hormona inhibidora del apetito) y aumenta los niveles de grenila (hormona estimulante del apetito).

Sin embargo, una nueva investigación ha ido aún más allá al observar que unos patrones de sueño irregulares están asociados con una mayor probabilidad de sufrir, además de sobrepeso, otras anomalías metabólicas como colesterol, hipertensión y diabetes.

Esta investigación, publicada con el título de Estudio multiétnico de aterosclerosis, ha sido publicado recientemente por la revista especializada Diabetes Care y financiado por el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre (NHLBI) de Estados Unidos.

En él se recalca como no tener una hora fija en el momento de acostarse y levantarse, la rotación de turnos en el trabajo o los cambios de franja horaria debidos al jet lag, pueden alterar los ritmos circadianos -aquellos que marca nuestro 'reloj biológico' y que regulan las alteraciones en las características físicas y mentales que ocurren durante un día- derivando, en algunos casos, en serias complicaciones para la salud.

De este modo, apunta a que por cada hora de variabilidad entre el momento de acostarse y el tiempo de dormir de una persona, las posibilidades de sufrir uno de los trastornos mencionados anteriormente aumentan en un 27 %.

La novedad principal de este estudio respecto a los anteriores que también demostraban esta relación, es que, mientras estos se centraban en un sueño insuficiente o ausencia de él, el actual incide en el impacto del sueño irregular.

De esta manera, se puede considerar la cantidad de sueño de una persona y otros factores relacionados con su estilo de vida, como por ejemplo "la diferencia de una noche a otra en la hora de dormir o la duración del sueño multiplica el efecto metabólico adverso", asegura Tianyi Huang, autor del estudio y epidemiólogo de la División de Medicina de la Red Channing en el Brigham and Women's Hospital, de Boston.

Para la realización de la investigación se contó con 2.003 hombres y mujeres de 45 a 84 años que fueron seguidos durante algo más de 6 años. De 2010 a 2013 estuvieron monitorizados a través de una pulsera de actividad para seguir de cerca sus horarios de sueño durante siete días consecutivos, mientras de 2016 a 2017, fueron observados para comprobar su estado.

Además, con el fin de completar el seguimiento y hacerlo más riguroso, tuvieron que escribir un diario de sueño y responder a varios cuestionarios sobre sus hábitos de dormir y otros factores relacionados con su estilo de vida y la salud.

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