La diabetes tipo 2 se ha convertido en una de las enfermedades no transmisibles más frecuentes en los países desarrollados pero, pese a que actualmente existen múltiples tratamientos en función de la gravedad de la enfermedad, hasta un 40 % de estos pacientes no tienen controlada su enfermedad. Así se desprende de los resultados de la Encuesta Europea sobre Calidad de Vida que muestra la satisfacción con el tratamiento en personas con diabetes tipo 2 que ha sido presentada con el nombre de Panorama en el Congreso Europeo de Diabetes que se celebra estos días en Lisboa (Portugal).
El estudio ha sido liderado por el profesor Klaus Parhofer, endocrinólogo de la Universidad de Munich (Alemania), y en él han participado más de 5.000 pacientes, de los cuales más de 750 son residentes en España, que actualmente son seguidos en Atención Primaria, y fueron seleccionados de forma aleatoria sin conocer el estado de su enfermedad.
"El objetivo era obtener una fotografía de cómo está la diabetes tipo 2 en Europa, y conocer tanto el control metabólico como la calidad de vida de los pacientes", ha reconocido la doctora Olga González, médico adjunto del Servicio de Endocrinología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, que participa estos días en el congreso.
De este modo, los datos revelan que tanto en Europa como en España no hay diferencias en cuanto al control metabólico y al perfil del paciente, lo que a su juicio es "positivo porque muestra que lo que se está haciendo en España está en la línea de lo recomendado por las sociedades científicas europeas".
El 60 % de los pacientes con diabetes tipo 2 están tratados con antidiabéticos orales, un 16 % reciben además fármacos inyectables y un 17 % sólo tiene tratamiento con insulina. El problema, según reconoce González, en declaraciones a Europa Press, es que "hasta un 40 por ciento de estos pacientes no están controlados y presentan una hemoglobina glicada media por encima de 7 puntos".
"Están tratados pero no controlados", explica esta experta, quien lo achaca a la llamada inercia terapéutica que conlleva que "el cambio de tratamiento, bien a la hora de subir la dosis o cambiar de fármaco, se haga tarde por varios factores como un mal cumplimiento de dieta o medicación, o por la inercia de muchos médicos, que a veces tardan varios años (2,3 de media) en cambiar de fármaco".
Además, más de un 25 % de estos pacientes no controlados recibe un sólo fármaco, un dato esperanzador para la doctora González, ya que "tienen margen para mejorar añadiendo un segundo fármaco oral y mejorando el control de estos pacientes".
Por otro lado, el estudio revela que la percepción de su propia calidad de vida por parte de estos pacientes es "bastante buena". La peor consideración de su enfermedad la tienen los pacientes con tratamientos inyectables y, dentro de los efectos secundarios "más limitantes", destacan la hipoglucemia, "sobre todo por el miedo a encontrarse solos y que no tengan a nadie que les asista".