Cuantifican los niveles de azúcar en sangre recomendados para evitar daños derivados de la diabetes

Un estudio de la Universidad de Linköping (Suecia) ha demostrado que el nivel de azúcar en sangre a largo plazo debe ser inferior a 53 mmol/mol (7 %) para evitar daños relacionados con la diabetes, como complicaciones oculares y renales.

 

El estudio ha realizado un seguimiento de una serie de individuos durante más de 30 años tras la aparición de la diabetes de tipo 1, y sus resultados, que se han publicado en la revista Diabetes Care, concluyen que las personas con diabetes pueden sufrir daños en los pequeños vasos sanguíneos de varios órganos, por lo que un buen control de los niveles de azúcar en sangre reduciría el riesgo de complicaciones.

Sin embargo, no ha quedado claro qué nivel de azúcar a largo plazo deben tener las personas con diabetes tipo 1 para evitar daños graves en los vasos sanguíneos de los ojos y los riñones.

Según afirma el líder del estudio, Hans Arnqvist, "nuestro trabajo determina con precisión los niveles de azúcar a largo plazo que pueden evitar complicaciones. Este conocimiento puede aumentar la motivación de una persona para mantener su nivel de azúcar en sangre bajo control".

Los investigadores del estudio, conocido como Complicaciones diabéticas vasculares en el sureste de Suecia (VISS), realizaron un seguimiento de todos los niños y adultos menores de 35 años que desarrollaron diabetes tipo 1 durante el periodo 1983-1987, y que recibieron atención en la región sanitaria del sureste de Suecia. Se incluyeron en el estudio las 447 personas recién diagnosticadas en la región durante este periodo.

Los investigadores han seguido los valores de HbA1c de los pacientes, que reflejan sus niveles medios de azúcar en sangre durante un periodo más largo, y han controlado el desarrollo de daños oculares y renales en estos pacientes durante un periodo de entre 32 y 36 años tras el diagnóstico.

Los pequeños vasos sanguíneos del ojo son especialmente susceptibles de sufrir daños en la diabetes de tipo 1, de hecho, casi todos los pacientes sufren pequeñas hemorragias en el ojo que no afectan a la visión, y en algunos casos, se desarrollan nuevos vasos sanguíneos en la retina, lo que se conoce como "retinopatía proliferativa", y puede provocar ceguera. Otro efecto de la diabetes afecta a la zona conocida como "mácula" de la retina, donde se encuentra la visión de alto enfoque, provocando una visión borrosa.

Por su parte, los riñones no son tan sensibles a los niveles elevados de azúcar en sangre como el ojo, pero los pequeños vasos sanguíneos importantes de esta zona también pueden resultar dañados. Una de las consecuencias de estos daños es la excreción de proteínas de la sangre en la orina. La albúmina es la proteína con mayor concentración en la sangre, y cuando está presente en la orina la condición se conoce como "albuminuria".

El daño a los riñones acaba provocando un deterioro de la función renal y, en casos graves, insuficiencia renal, y si no se trata, es una enfermedad mortal por la que el paciente debe someterse a diálisis o recibir un trasplante de riñón.

"Los resultados de nuestro estudio muestran que las personas con diabetes de tipo 1 durante al menos 32 años deberían mantener su nivel medio de azúcar a largo plazo por debajo de 53 mmol/mol (7 %), si quieren evitar por completo daños graves", ha explicado Arnqvist, que ha advertido de que el riesgo de complicaciones oculares y renales aumenta a medida que aumenta el nivel. "Nuestras conclusiones se refieren a evitar las complicaciones derivadas de los daños en los vasos sanguíneos. Pero si un paciente tiene problemas de bajada de azúcar, hipoglucemia, no es posible controlar el nivel de azúcar en sangre de forma tan estricta", ha afirmado Arnqvist en este sentido.

De esta manera, el nivel objetivo de HbA1c que sugieren los resultados del estudio VISS coincide con los objetivos individuales recomendados por la Asociación Americana de Diabetes. Así las cosas, parece que el umbral para desarrollar complicaciones desciende gradualmente con el tiempo, lo que significa que el estudio no permite sacar conclusiones sobre los niveles de azúcar en sangre recomendados para las personas con diabetes de tipo 1 más allá de 30 años después del diagnóstico.

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