El sulfonato de perfluorooctano (PFOS) es un disruptor endocrino, es decir, una sustancia que altera el sistema hormonal del organismo, que se puede ingerir a través de los alimentos que comemos. Ahora, un nuevo estudio ha descubierto que las personas más expuestas a este compuesto, aportado mayoritariamente por los pescados, mariscos y huevos, tienen más riesgo de desarrollar alteraciones en el metabolismo de la glucosa y, por lo tanto, de desarrollar una diabetes tipo 2.
Se trata de la principal conclusión de una investigación liderada por la Unidad de Nutrición Humana de la Universidad Rovira y Virgili (URV) y del Instituto de Investigación Sanitaria Pedro Virgili (IISPV), que forman parte del consorcio CIBERObn del Instituto de Salud Carlos III, y desarrollada dentro del proyecto PREDIMED-plus, un estudio multicéntrico realizado en España y coordinado desde la URV, que analizó cómo el consumo de PFOS afecta a los niveles de azúcar en sangre y la cantidad de grasa corporal en 4.600 adultos de 55 a 77 años que carecían de diabetes.
Los resultados pusieron de manifiesto que las personas que presentaban un mayor consumo de PFOS a través de la dieta al inicio del estudio tenían niveles más altos y, por tanto, peores, de glucosa en comparación con aquellos participantes que consumían menos.
También se observó una asociación positiva entre el consumo a través de la dieta de PFOS y el índice de masa corporal (IMC) o la resistencia a la insulina, común en personas que tienen mayor riesgo de desarrollar una diabetes del adulto, después de un año de seguimiento.
La investigación también determinó cuáles fueron los principales grupos de alimentos que contribuían al consumo total de PFOS a través de la dieta: pescados y mariscos (62 %), huevos (25 %) y frutas y verduras (8 %). La elevada presencia de estos disruptores endocrinos en alimentos de origen animal podría explicarse, según el equipo investigador, debido a la afinidad por los lípidos que tienen estas sustancias químicas, algo que puede llevar su acumulación y persistencia en la cadena alimentaria.
De esta manera, su presencia en algunas frutas y verduras se debe a la contaminación generalizada del suelo y agua superficial, que hace que se puedan acumular los disruptores endocrinos en estos alimentos.
Según han explicado Nadine Khoury y María Ángeles Martínez, primeras autoras del estudio, “este es el primer estudio que explora la asociación entre el consumo a través de la dieta de PFOS y los parámetros de la homeostasis de la glucosa. Los resultados sugieren que estos disruptores pueden desempeñar un papel importante en el aumento de peso y en el desarrollo de diabetes tipo 2”.
Ante los resultados obtenidos, que han sido publicados en la revista Environment International, el equipo investigador ha resaltado la importancia de examinar más estrechamente los posibles efectos que pueden tener los disruptores endocrinos en la salud pública, y han subrayado la necesidad de establecer regulaciones más estrictas para reducir la exposición a estas sustancias a través de la alimentación.
Este estudio ha sido coordinado, además de por María Ángeles Martínez, por Nancy Babio, profesora agregada de la URV, y el catedrático de esta misma Universidad Jordi Salas-Salvadó, los tres investigadores de la Unidad de Nutrición Humana del Departamento de Bioquímica y Biotecnología de la URV y adscritos también en el IISPV y en el CIBERobn, del Instituto de Salud Carlos III.