La mayor parte de los diabéticos son conscientes de la necesidad de un buen control glucémico, de forma que si se les explica las implicaciones y consecuencias de su enfermedad son conscientes de ellas y de la importancia de tener un buen control metabólico. Sin embargo hay otros pacientes que no son conscientes a pesar de haber recibido la misma información.
La diabetes mal controlada puede afectar a nivel microvascular a otros órganos diana, como la retina y el riñón que pueden conducir a la ceguera y la insuficiencia renal. Por este motivo, es muy importante informar al paciente diabético de las consecuencias de su enfermedad desde el diagnóstico.
Además de un correcto tratamiento farmacológico, es clave la educación en el estilo de vida saludable, fomentar una dieta adecuada y la práctica de ejercicio físico de forma regular.
Tal y como sucede en cualquier otra enfermedad, un nivel cultural adecuado conlleva un mejor pronóstico de la enfermedad. Por el contrario, un nivel cultural bajo implica peor autocuidado, perores medidas higiénico-dietéticas, peor cumplimiento de los controles médicos, pero cumplimiento terapéutico, etc.
En cuanto a cómo se afronta el diagnóstico de la diabetes, como cualquier enfermedad, las personas con un mayor nivel socio-cultural valoran la situación como un desafío y presentan un mayor cumplimiento terapéutico y de las pautas de autocuidado en general. Mientras que los que tienen un nivel sociocultural bajo tienen más probabilidad de valorar la situación como irrelevante y optan por una actitud pasiva que dificulta una correcta adherencia al tratamiento.
De esta manera, el apoyo social tiene un efecto mediador sobre la relación entre el estrés y la enfermedad y favorecedor en cuanto al cumplimiento y la adherencia al tratamiento. En general, un paciente que cumple correctamente con las mediadas de autocuidado, control domiciliario de presión arterial, frecuencia cardiaca, peso, glicemia capilar, cuidado de los pies en los diabéticos etc…, es un paciente que tiene buena adherencia al tratamiento médico, farmacológico y medidas de estilo de vida que le han prescrito.
Las acciones en el abordaje del paciente diabético debe ir dirigidas a asegurar un correcto cumplimiento y a fomentar la adherencia de las medidas terapéuticas instauradas. Entre las diferentes estrategias que se han mostrado útiles en estos pacientes está la simplificación de los tratamientos, tanto por lo que respecta a la reducción en la frecuencia de dosis diaria como la asociación de fármacos en dosis fijas, especialmente en pacientes polimedicados y de edad avanzada.
En este sentido, es indispensable concienciar al paciente de la importancia del autocuidado, evitar los hábitos tóxicos, y mantener una vida activa, realizando ejercicio físico diario.
La valoración de la adherencia se tendría que hacer de forma rutinaria por parte de todos los facultativos, ya que su detección comportaría una actuación para mejorarla y un mayor control de las patologías. Las intervenciones para evaluar la adherencia deberían priorizarse si no se consiguen los objetivos de control tras un alta hospitalaria, cuando se introduce un nuevo fármaco o varios fármacos a la vez, si se modifican las dosis o si se presentan efectos secundarios de los medicamentos.
La tecnología es de ayuda para incrementar la adherencia. Se pueden hacer acciones sencillas como realizar llamadas telefónicas recordatorias, mensajes de texto al móvil o correo electrónico.