La diabetes ocular es la principal causa de pérdida de visión y ceguera en adultos de entre 20 y 75 años de países occidentales, al estar relacionada con otras patologías del ojo como las cataratas, el glaucoma neovascular y la retinopatía diabética.
La retinopatía diabética es uno de los problemas más comunes porque el riesgo de desarrollarse es mayor a medida que evoluciona la enfermedad. Se trata de un daño progresivo que afecta a los vasos sanguíneos de la retina, la parte del ojo sensible a la luz, y que puede desembocar en ceguera.
Según alerta el especialista del Instituto Clínico de Oftalmología (ICQO), Javier Araiz, uno de los mayores problemas de las enfermedades oculares asociadas a la diabetes es que son asintomáticas, por lo que la mayoría de los pacientes con retinopatía diabética permanecen sin síntomas y no presentan pérdida de agudeza visual hasta grados avanzados de la enfermedad.
Esta pérdida puede ser brusca o progresiva, o acusar trastornos en la percepción de colores, metamorfopsias y alteraciones en la visión nocturna. Según afirma Araiz, "es muy importante ser conscientes de que se trata de una enfermedad que puede permanecer asintomática incluso hasta estadios avanzados de la enfermedad y por este motivo, tener una buena visión no es siempre sinónimo de ausencia de afectación".
Pacientes con una duración de la enfermedad inferior a 5 años no suelen presentar ningún síntoma, mientras que con más de 10 años de enfermedad, la prevalencia de la retinopatía diabética es del 27 %, y con más de 30 años, del 90-95 %. Por este motivo "es fundamental extremar las revisiones una vez el paciente ha sido diagnosticado de diabetes".
Puesto que la mayoría de los pacientes con retinopatía diabética permanecen sin síntomas hasta fases avanzadas de la enfermedad, la derivación del paciente diabético al especialista para controles periódicos y un tratamiento temprano son esenciales para el control de la enfermedad antes de que los daños sean graves e irreversibles.
Según datos de la Federación Española de Diabetes (FEDE), la mitad de los pacientes con ceguera inducida por la diabetes no acudió antes al oftalmólogo. Por tanto, aunque en los últimos años se ha asistido a un gran avance en cuanto a información y concienciación del paciente de su enfermedad, todavía existe una falta de formación importante de salud visual de estos enfermos, a pesar de que una de las mayores preocupaciones para el paciente diabético es perder la visión
Los tratamientos actuales de la retinopatía diabética son altamente eficaces para preservar y también prevenir la pérdida grave de agudeza visual, y las terapias disponibles abarcan desde la administración intravítrea de fármacos antiangiogénicos, capaces de inhibir el crecimiento de vasos anormales, y de corticoides, hasta la fotocoagulación láser selectiva de la retina y la vitrectomía en determinados casos.
Lo malo es que aunque estos tratamientos son eficaces, y evitan la ceguera en el 90 % de los casos y ayudan a frenar el desarrollo de la enfermedad ocular, muchas veces no pueden contrarrestar el daño que ya se ha producido, dada la condición avanzada de la misma.