Las tecnologías innovadoras en diabetes son parte indispensable del tratamiento del paciente, y entre ellas destacan los sistemas de asa cerrada, que constituyen el último y más disruptivo avance tecnológico asociado al tratamiento de esta patología.
Estos sistemas están integrados por tres componentes: una bomba de insulina, un monitor continuo de glucosa y un algoritmo de control que determina la cantidad de insulina que es necesario infundir para mantener los niveles de glucosa en sangre estables y dentro del rango objetivo determinado por el profesional sanitario.
La automatización de este proceso alivia al paciente en la toma de decisiones terapéuticas, y lo libera de la atención constante sobre su enfermedad, proporcionando tranquilidad emocional y un aumento de su autonomía.
Debido al impacto que los sistemas de asa cerrada tienen en la mejora del control metabólico y en la calidad de vida del paciente, el colectivo de personas con diabetes trabaja desde hace años para que la administración pública avance hacia un mejor acceso a este tipo de tecnologías, una petición que se refuerza en que los sistemas de asa cerrada pueden suponer un ahorro para el Sistema Nacional de Salud (SNS), al prevenir complicaciones de salud asociadas a la patología.
Para impulsar la utilización de los sistemas de asa cerrada en el ámbito de la diabetes, la Federación Española de Diabetes (FEDE), con el apoyo de Air Liquide Healthcare, Novalab, y el aval de la Sociedad Española de Diabetes (SED), ha elaborado el documento “Prioridades de los representantes de los pacientes respecto a los sistemas de asa cerrada”, donde se recogen las medidas principales para promover el acceso equitativo de los pacientes a las nuevas tecnologías, que les permita incrementar su calidad de vida.
Entre ellas, se encuentra la necesidad de una mayor individualización del tratamiento de cada paciente, y que el profesional sanitario pueda indicar el modelo de sistema de asa cerrada más conveniente para cada paciente, teniendo en cuenta tanto sus circunstancias clínicas y personales específicas, como sus hábitos de vida.
Esta adaptación incrementa la adherencia al tratamiento, la corresponsabilidad y empoderamiento del paciente y, por lo tanto, la eficacia de los mismos en el control de la patología y en la mejora de la calidad de vida.
Entre las medidas recogidas en el documento destaca la que hace referencia a que el acceso a los sistemas de asa cerrada no debe restringirse únicamente a las personas con diabetes que no logran un buen control metabólico, sino a todas aquellas que necesiten disminuir la carga mental que supone la gestión diaria de su patología.
En este sentido, Aureliano Ruiz, miembro de la Junta Directiva de FEDE y presidente de la Comisión de Prestaciones de la entidad, ha señalado que “estos sistemas aportan un gran valor añadido, empoderando a las personas con diabetes y posibilitando una mayor autonomía e independencia. Además, facilitan la gestión de la diabetes, ofreciendo tranquilidad y seguridad, tanto a los pacientes como a su entorno”.
En este documento también se señalan como puntos clave, por un lado, la importancia de la educación diabetológica continuada en relación al correcto uso de estas nuevas tecnologías; y por otro, el papel de las asociaciones de pacientes como actores esenciales para la toma de decisiones sanitarias estratégicas que garanticen la igualdad de acceso a las nuevas tecnologías en diabetes y eviten las inequidades existentes entre las diferentes las diferentes Comunidades Autónomas.