Un estudió realizado sobre la base la población incluida en la Encuesta de Salud Nacional y Examen de Nutrición (Nhanes) entre 2011 y 2014, ha determinado que el 15,15 % de las hospitalizaciones por hipoglucemia fueron atribuidas a un tratamiento intensivo para reducir la glucosa en pacientes clínicamente complejos.
El trabajo ha concluido que los pacientes clínicamente complejos, aquellos con 75 años o más, tenían limitaciones para realizar al menos dos tareas diarias, sufrían una enfermedad renal terminal o tenían tres o más afecciones crónicas. El tratamiento intensivo, esto es, aquel que buscaba reducir los niveles de glucosa por debajo del 5,6 % con un fármaco o del 6,4 % usando dos o más, “fue igualmente prevalente entre los adultos estadounidenses, sin importar su complejidad clínica”, han destacado los autores, liderados por Grace K. Mahoney, del departamento de Informática Biomédica de la Escuela de Medicina de Harvard.
En España, este sobretratamiento “es relativamente frecuente”, según Juana Carretero, vocal del Obesidad y Nutrición del Grupo de Diabetes, Obesidad y Nutrición de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), quien ha añadiso que "es habitual encontrarse pacientes con complejos regímenes de tratamiento, múltiples dosis de insulina o fármacos secretagogos".
A pesar de que en pacientes complejos las guías aconsejan no ser estrictos con las cifras de HbA1c, “debiendo estar en torno al 8 por ciento por el elevado riesgo de hipoglucemias y la probabilidad de reacciones adversas”, es habitual encontrarse “pacientes con complejos regímenes de tratamiento, múltiples dosis de insulina o fármacos secretagogos como las sulfonilureas con alta probabilidad de desarrollo de hipoglucemias”.
Las hipoglucemias aumentan la morbimortalidad cardiovascular, la mortalidad por todas las causas y las caídas, que en personas mayores son la principal causa de fractura de cadera y empeoran mucho la calidad de vida.
Carretero ha señalado que uno de los grandes enemigos de las personas con diabetes es la inercia terapéutica, “instaurar un tratamiento y pensar que ya es para siempre. Hay que monitorizarlo, intensificarlo cuando es preciso, pero también desescalarlo en función del tipo de paciente y ajustarlo a nuevas situaciones que puedan aparecer”.
El trabajo publicado en Mayo Clinic Proceedings señala que el 48,8 % de los estadounidenses con diabetes tenían niveles de glucosa menores del 7 % y, de ellos, el 32,3 % eran clínicamente complejos, y el 21,6 % recibían un tratamiento considerado intenso sin que hubiera diferencias por la complejidad clínica.