Antonio Santos sufre diabetes tipo 1, lo que significa que su páncreas no produce insulina, la hormona que ayuda a que la glucosa penetre en las células y obtengan así la energía que necesitan. Sin ella, la sangre se llena de glucosa, así que los pacientes se la tienen que inyectar.
Antonio ya tenía una bomba de insulina y un sensor colocado en el brazo que le mide continuamente la glucosa en sangre, pero un buen día descubrió Open Artificial Pancreas System Project (OpenAPS), una iniciativa que ha desarrollado un sistema que conecta los dos aparatos, es capaz de leer los datos sobre glucosa y regular la liberación de insulina que necesita el organismo de forma automática gracias a un algoritmo. El cerebro que lo hace posible es un pequeño ordenador de dos placas conectadas por radiofrecuencia que envían los datos a Internet.
Según recoge la revista Teknautas, todo está basado en código abierto. Este informático de 33 años lo revisó y adaptó el sistema a sus necesidades para aprovechar la bomba de insulina y los sensores que utiliza, de marcas comerciales. "Alguien que no sea informático no puede hacerlo, necesitas instalar Linux en la placa, configurar el wifi o el bluetooth, instalar el servidor web, establecer las conexiones…", ha afirmado.
Tras soldar los componentes y cubrirlos con una carcasa fabricada con una impresora 3D, se lo lleva a todas partes en un pequeño bolsito.
Ahora está pensando en completar su páncreas artificial con un servicio de notificaciones para que el sistema le avise a él o a alguien de su familia en caso de que los niveles se descontrolen. Quiere contribuir así a que el proyecto siga creciendo.
Mientras, un reloj inteligente conectado a la web que procesa sus datos le muestra en todo momento su nivel de glucosa y la tendencia que indican las últimas mediciones. Si quisiera, también podría consultar esa información en el móvil. En cualquier caso, él no tiene que hacer nada. "Si cenas más de la cuenta y te acuestas, se puede producir una fuerte subida, pero el sistema lo detecta y conecta la bomba para introducir insulina", pone como ejemplo. Si ocurre al revés, la desconecta hasta que el organismo se recupera.
Su endocrina desconocía la existencia de algo así, pero ahora "está encantada", asegura, porque el paciente no solo está controlado, sino que le ofrece una gran cantidad de información que se va almacenando en Internet.
Por los datos que puede consultar en Open APS, Antonio cree que puede haber sido la primera persona en España en probar este sistema, pero el propio carácter libre de la iniciativa hace que sea imposible saberlo con certeza. Algunos expertos piensan que a estas alturas ya puede haber más de una decena de usuarios.
De hecho, solo existe un modelo comercial en todo el mundo, aprobado recientemente en Estados Unidos por la FDA, la agencia americana que regula los medicamentos. Denominado Medtronic 670G, en realidad es un sistema híbrido que no está completamente automatizado, puesto que requiere que el paciente intervenga cuando ingiere alimentos.
"La insulina basal está controlada, pero hay que compensar de forma manual la gran cantidad de glucosa que se registra con las comidas", explica Jorge Bondia, ingeniero del Instituto de Automática e Informática Industrial de la Universidad Politécnica de Valencia, uno de los mayores especialistas españoles en este campo. "Se están investigando sistemas totalmente automáticos, pero esa segunda generación aún tardará", añade.
OpenAPS e iniciativas similares tienen su raíz en el movimiento #WeAreNotWaiting, pacientes que denuncian que existe un "cuello de botella" en la innovación que impide que lleguen con rapidez las novedades tecnológicas. Ellos no quieren esperar. Lo que empezó como una forma de tener acceso a sus propios datos médicos en la nube ha ido creciendo hasta desarrollar su propia tecnología.