Un equipo de investigadores de la Universidad de Akron (Estados Unidos) ha demostrado recientemente que están bien encaminados quienes han depositado sus esperanzas en las lentes de contacto que detectan la glucosa a través de las lágrimas, el líquido que baña los ojos de manera natural.
Según este método, si los valores no son los adecuados, la lentilla cambia de color, con lo que el paciente sabe inmediatamente que existe un problema. El doctor Jun Hu, un profesor asociado de Química en Akron que ha participado en el último experimento en esta línea, compara el funcionamiento del sistema con el “papel de pH de los laboratorios escolares”, cuyo tono se altera según el líquido que se le aplique.
En el pasado, otras instituciones, como la empresa informática Microsoft y la Universidad de Washington, ya habían avanzado en soluciones similares, en las que, por lo general, la complejidad tecnológica era superior.
No obstante, el usuario del producto de la Universidad de Akron, que resulta muy sencillo de emplear, no tiene más que situarse ante un espejo para darse cuenta de que su lente ha variado. Además, los responsables de esta innovación ya están diseñando una aplicación para teléfonos inteligentes que, tras fotografiar el ojo del enfermo, calcula la concentración de azúcar.
Para Hu, el control de estos parámetros mediante las lágrimas es tan fiable como el que se efectúa con la sangre. Desde su punto de vista, esta modalidad no sólo es más cómoda, sino que también acabará siendo más barata.