Un grupo de investigadores de las Universidaddes McMaster, Laval y Ottawa han descubierto una nueva manera de reducir el azúcar en sangre y proteger el hígado, gracias a la contención de una molécula que producen las bacterias intestinales.
El estudio, que ha sido publicado en la revista Cell Metabolism, abre la puerta a nuevas terapias para la lucha contra la diabetes tipo 2 y la enfermedad del hígado graso, y todo a partir de una molécula microbiana que altera el metabolismo, que si se elimina, se puede proteger mejor al organismo de amenazas externas.
Cuando se crea, esta molécula puede pasar al torrente sanguíneo, haciendo que el hígado produzca un exceso de glucosa y grasa, pero si se logra detener su creación, esto no ocurre.
La idea consiste en atraparla antes de que llegue a la circulación del cuerpo, mejorando así la regulación del azúcar en sangre y la enfermedad del hígado graso. Esto ha sido probado, por el momento, en ratones obesos.
Según ha señalado Jonathan Schertzer, autor principal del estudio, y profesor del Departamento de Bioquímica y Ciencias Biomédicas de la Universidad de McMaster, “este es un nuevo giro en una vía metabólica clásica”, para añadir que “sabemos desde hace casi un siglo que los músculos y el hígado intercambian lactato y glucosa, un proceso denominado ciclo de Cori. Lo que hemos descubierto es una nueva rama de ese ciclo, en la que las bacterias intestinales también participan”.
La molécula causante se llama D-lactato, y el único problema de este descubrimiento es si consigue llegar a la sangre. En este caso, lo que logra es aumentar la glucemia y la grasa hepática. Sin embargo, ahora podría haber una solución para esto, que consiste en introducir un polímero seguro y biodegradable que se une al D-lactato en el intestino e impide su absorción.
Según ha senetnciado Schertzer, “esta es una forma completamente nueva de abordar el tratamiento de enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2 y la enfermedad del hígado graso. En lugar de actuar directamente sobre las hormonas o el hígado, interceptamos una fuente de energía microbiana antes de que pueda causar daño”.