Vinculan el consumo frecuente de sal con un mayor desarrollo de la diabetes

Un reciente estudio llevado a cabo por el Departamento de Epidemiología de la Escuela de Salud Pública y Medicina Tropical de la Universidad Tulane en Nueva Orleans (Estados Unidos), y publicado este mes en la revista Mayo Clinic Proceedings, ha revelado hallazgos significativos sobre la relación entre el consumo prolongado de sodio y el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.

 

Esta investigación, coordinada por la doctora Xuan Wang, se basó en datos obtenidos a partir del Biobanco del Reino Unido recopilados entre marzo de 2006 y octubre de 2010. En concreto analizó a 402.982 participantes libres de diabetes, enfermedad renal crónica, cáncer o enfermedad cardiovascular al inicio; y evaluó la asociación entre la frecuencia de agregar sal a los alimentos y el riesgo de padecer diabetes tipo 2.

Los resultados del estudio revelan una clara asociación entre ambas situaciones, aunque no se encontraron interacciones significativas entre la frecuencia de agregar sal y la hipertensión basal u otros factores.

Sin embargo, si se descubrió que la asociación positiva estaba mediada en parte por el índice de masa corporal (IMC), la relación cintura-cadera y la proteína C-reactiva, con efectos de mediación significativos del 33.8 %, 39.9 % y 8.6 %, respectivamente.

En este contexto, el efecto de mediación del IMC se atribuyó principalmente a la masa grasa corporal, de forma que el estudio señala que una mayor frecuencia de agregar sal a los alimentos, como indicador del gusto y consumo de sal a largo plazo, se asocia con un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.

Estos resultados plantean interrogantes sobre la relación entre la dieta alta en sodio y la salud metabólica, instando a futuras investigaciones sobre cómo las elecciones dietéticas pueden influir en el riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2.

La ingesta de sodio es esencial para la salud humana, ya que desempeña varias funciones fisiológicas, como el mantenimiento del equilibrio de líquidos, la homeostasis celular y la absorción de nutrientes.

Numerosas pruebas procedentes de estudios observacionales, estudios con animales y ensayos clínicos han demostrado que el consumo elevado de sodio es uno de los principales factores de riesgo alimentario de la hipertensión; y la diabetes tipo 2 y la hipertensión coexisten a menudo compartiendo muchos factores de riesgo, como la obesidad, la actividad física insuficiente y una dieta poco saludable.

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