Un estudio estadounidense publicado por Nurses Health Study desvela algunas cifras sobre el impacto la diabetes y el tabaco frente a las posibilidades de sufrir un infarto, detallando el riesgo es siete veces superior en personas mayores de 60 años frente a los que ni fuman ni padecen dicha enfermedad.
Según explica el doctor Antonio Serra, jefe del Servicio de Hemodinámica de Grupo Policlínica, con más de dos décadas de experiencia, "el perfil es claro, y a partir de los 60 años, el riesgo se dispara, sobre todo si confluyen varios factores. De todos ellos, la diabetes es el más importante, pero también el colesterol, la hipertensión arterial y el tabaco tienen un peso clave. Y el sedentarismo agrava todo".
Los síntomas del infarto pueden variar, pero es importante saber diferenciarlos para poder actuar a tiempo, y van desde dolor o presión intensa en el pecho, que puede irradiar al brazo izquierdo, la mandíbula o la espalda, sudor frío, náuseas, hasta dificultad para respirar o sensación de mareo.
En mujeres y personas con diabetes, los síntomas pueden ser más sutiles o atípicos, y según detalla Serra, "la clave es no esperar. Si se sospecha un infarto, hay que actuar. Porque en estas situaciones, cada minuto cuenta".
En 2017, el doctor Serra fue uno de los impulsores del Código Infarto en Ibiza, un protocolo asistencial inspirado en los modelos de Madrid y Barcelona, pero adaptado a la realidad geográfica y logística insulares, donde no siempre es posible derivar al paciente a otro centro. "El Código Infarto permite movilizar todos los recursos disponibles —ambulancias, atención primaria, urgencias y sala de hemodinámica— en cuanto se detecta un caso compatible con un infarto agudo de miocardio. De ese modo, cuando el paciente llega al hospital, ya está todo preparado: equipo médico, quirófano, material...", ha explicado el doctor.
Gracias a este protocolo, se ha conseguido reducir el tiempo entre el diagnóstico y la intervención a niveles comparables con grandes ciudades, algo fundamental para mejorar la supervivencia y la recuperación.
La regla de oro es clara: actuar en las dos primeras horas, un margen que es lo que separa en numerosas ocasiones la vida de la muerte, o una recuperación completa de una discapacidad crónica. Por eso, no trasladar innecesariamente a los pacientes y mantener una coordinación excelente entre servicios sanitarios es vital.
Junto a la pericia profesional, los hospitales deben contar con las mejoras tecnológicas que permiten una mejor solución al evento cardiaco. Hoy ya hay nuevos sistemas de imagen que permiten visualizar con mayor detalle y claridad los vasos sanguíneos y el corazón, facilitando así procedimientos como cateterismos, angioplastias y colocación de stents.
Estos procedimientos, cada vez menos agresivos, permiten restablecer el flujo sanguíneo en casos de infarto, embolias pulmonares y otras emergencias cardiovasculares graves.
Además de la tecnología, el doctor Serra ha insistido en la importancia de la prevención y de la atención coordinada para mejorar los resultados, señalando que "el mejor tratamiento es evitar que la enfermedad avance. Controlar la hipertensión, el colesterol y la diabetes, y acudir a urgencias ante cualquier síntoma, puede cambiar el pronóstico de un paciente".