El pescado azul, como el salmón, la caballa y sobre todo las sardinas, ha demostrado ser un alimento clave para regular los niveles de azúcar en sangre de forma natural. Ahora, un nuevo estudio ha demostrado que puede reducir el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 en personas con prediabetes.
De esta manera, su riqueza en omega-3, vitamina D y calcio convierte a las sardinas en un aliado fundamental en la prevención de la diabetes tipo 2, según un estudio realizado por la Universidad Abierta de Cataluña (UOC) y el Instituto de Investigaciones Biomédicas Augusto Pi y Suñer (IDIBAPS), que ha puesto de manifiesto que el consumo habitual de este pescado puede reducir el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 en personas con prediabetes. L
a investigación, publicada en la web del Hospital Clínico de Barcelona, analizó a 152 pacientes mayores de 65 años con prediabetes y determinó que aquellos que incorporaron 200 gramos semanales de sardinas en su dieta, experimentaron mejoras en la resistencia a la insulina y en los niveles de glucosa en sangre.
Este efecto beneficioso se atribuye a la presencia de nutrientes esenciales como la taurina, los ácidos grasos omega-3 y la vitamina D.
Los ácidos grasos omega-3, presentes en el pescado azul, han sido ampliamente estudiados por sus efectos positivos en la salud metabólica. Según la Clínica Mayo, estos compuestos contribuyen a mejorar la sensibilidad a la insulina, ayudando a mantener niveles estables de glucosa en sangre y reduciendo la inflamación, un factor clave en el desarrollo de la diabetes tipo 2.
Además, el pescado azul es un componente esencial de la dieta mediterránea, reconocida por la American Diabetes Association como un modelo alimentario que reduce el riesgo de enfermedades metabólicas.
Su combinación con otros alimentos saludables, como verduras, legumbres y aceite de oliva virgen extra, potencia sus beneficios en la regulación de la glucosa en el organismo.
Para aprovechar al máximo los beneficios del pescado en el control del azúcar en sangre, los expertos recomiendan:
- Consumir al menos dos raciones semanales de pescados como sardinas, caballa o salmón.
- Optar por métodos de cocción saludables, como al horno, a la plancha o al vapor, en lugar de frituras que pueden aumentar el contenido calórico y reducir sus beneficios.
- Preferir pescado fresco o enlatado en aceite de oliva, una opción práctica y nutritiva, aunque se debe controlar el consumo de variedades con alto contenido en sodio.
Si bien el pescado enlatado es una alternativa accesible, se recomienda limitar la ingesta de especies con alto índice de mercurio, como el atún enlatado. En este sentido, la Food and Drug Administration (FDA) de EE.UU., sugiere un máximo de seis latas pequeñas de atún a la semana para evitar la acumulación de mercurio en el organismo.
Así las cosas, la inclusión de pescado azul en la dieta, en el contexto de una alimentación equilibrada, puede ser una estrategia eficaz para regular el azúcar en sangre y reducir el riesgo de diabetes tipo 2.
En cualquier caso, los expertos subrayan la importancia de realizar cambios dietéticos bajo la supervisión de un profesional de la salud, especialmente en personas con condiciones metabólicas preexistentes.