Revelan que la falta de zinc y cromo afecta la expresión génica y el metabolismo de la glucosa, afectando a la diabetes

Un reciente estudio ha puesto de relieve la importancia de los oligoelementos zinc y cromo en la diabetes tipo 2 (DM2), mostrando cómo sus deficiencias pueden afectar directamente a genes clave que regulan la producción de la insulina, así como el control de la glucosa en sangre.

 

La investigación combina análisis computacionales, estudios clínicos y análisis de expresión genética para ofrecer una visión integral de cómo estos micronutrientes influyen en la enfermedad y sus complicaciones.

En total, se inscribieron 65 pacientes con diabetes tipo 2 que fueron cuidadosamente seleccionados para evitar factores que pudieran alterar los niveles de zinc y cromo, como infecciones activas o insuficiencia renal grave. Los investigadores midieron los niveles séricos de estos oligoelementos, evaluando así la presencia de complicaciones diabéticas comunes como retinopatía, nefropatía y enfermedad cardiovascular.

Además, se analizaron los perfiles de expresión de genes implicados en la regulación de la glucosa, específicamente GCK y GLUT4, genes conocidos por su papel en la secreción de insulina y la captación de glucosa.

De esta manera, el análisis realizado en el marco del estudio Impacto de la deficiencia de zinc y cromo en la expresión genética en la diabetes mellitus tipo 2,  confirma que los niveles de estos oligoelementos son significativamente más bajos en pacientes con esta enfermedad en comparación con personas sanas.

Los pacientes con nefropatía diabética muestran niveles particularmente reducidos de zinc y, en cambio, aquellos con enfermedad cardiovascular presentan deficiencia de cromo. Estas observaciones sugieren que la falta de estos oligoelementos no solo acompaña a la diabetes, sino que podría contribuir a la aparición de complicaciones.

Los investigadores evaluaron la expresión de GCK y GLUT4 en la sangre de los participantes, mostrando ambos genes una reducción significativa en pacientes con diabetes tipo 2, especialmente en aquellos con enfermedad cardiovascular y nefropatía, mientras que la disminución en pacientes con retinopatía es menos pronunciada.

Este hallazgo respalda la idea de que la falta de zinc y cromo puede alterar la expresión génica y, por lo tanto, la capacidad del cuerpo para regular el azúcar en sangre.

El estudio también ha incorporado análisis in silico mediante acoplamiento molecular, simulando cómo los compuestos de zinc y cromo podrían interactuar con las proteínas clave afectadas. Los resultados sugieren que suplementos como el gluconato de zinc y el picolinato de cromo podrían restaurar, al menos parcialmente, la función de estas proteínas, aunque se aclara que estos resultados son predictivos y requieren validación en estudios funcionales y ensayos clínicos.

La investigación destaca que el zinc demuestra una asociación más consistente y significativa con la regulación génica y la función metabólica, mientras que las relaciones con el cromo son más sutiles y no siempre alcanzan significancia estadística tras correcciones estadísticas. Esto sugiere que el zinc podría desempeñar un papel más determinante en la progresión de la diabetes tipo 2, mientras que el cromo podría tener un efecto modulador que depende del contexto clínico y metabólico.

Entre las implicaciones clínicas, los autores sugieren que medir los niveles de zinc y cromo podría servir como un biomarcador para identificar a pacientes con mayor riesgo de complicaciones diabéticas. Además, la suplementación dirigida podría convertirse en un enfoque complementario al tratamiento convencional, ayudando a mejorar el control glucémico y reducir complicaciones, siempre bajo la supervisión de profesionales de la salud y evaluada en ensayos controlados.

En cuyalquier caso, los investigadores reconocen algunas limitaciones, debido al relativamente pequeño tamaño de la muestra, especialmente en los subgrupos de pacientes con complicaciones específicas, lo que limita la fuerza estadística de los resultados. Además, el estudio tiene un diseño transversal, por lo que no puede establecer relaciones causales directas entre deficiencias de oligoelementos y alteraciones metabólicas.

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