Cuando la ola de calor afecta especialmente a los diabéticos

Los diabéticos tienen alterado el control biológico de los mecanismos de adaptación a temperaturas extremas, un motivo por el que son mucho más sensibles al calor que la media de las personas. Además, el cambio de hábitos que se producen en verano, sobre todo, en el ánbito de la alimentación, hace que pueda prodcucirse con facilidad un descontrol glucémico.

 

En este contexto, la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) ha lanzado una serie de consejos para que las personas con diabetes evitan los problemas derivados de las altas temperaturas, ya que una mayor ingesta de bebidas alcohólicas y no alcohólicas supone un mayor aporte calórico y de hidratos de carbono que, de forma inmediata, producirá un descontrol glucémico y, a medio plazo, un aumento de depósitos grasos y exceso de peso.

Por este motivo, las personas que padecen diabetes deben vigilar que las bebidas que ingieren tengan pocas calorías, así como que sean sin alcohol o ‘00’. Además, es esencial que estén hidratadas, por lo que tienen que ingerir diariamente una gran cantidad de agua o infusiones.

Por otra parte, e, el aumento en el consumo de bebidas fuera de casa suele acompañarse de aperitivos y snacks que también contribuyen a ese descontrol, por lo que los especialistas inciden en que es fundamental que mantengan un cierto control de la ingesta para compensar esos extras.

En este contexto, los controles glucémicos son vitales, ya que alertan de la necesidad de modificar el tratamiento en esta época.

El calor y las altas temperaturas pueden afectar a estos pacientes de diversas formas. Por ejemplo, las personas con diabetes tienen tendencia a la deshidratación, de manera que si no están bien controlados pueden orinar bastante y, si por efecto del calor sudan abundantemente, en el caso de que no compensen estas pérdidas con una ingesta importante de líquido, el riesgo de deshidratación es muy alto.

Este riesgo es mayor en los ancianos con diabetes o en aquellos que tienen algún tipo de afectación renal; y además, algunos fármacos del tipo glucosúrico aumentan la emisión de orina, lo que también contribuye en verano a un mayor riesgo de deshidratación.

Por otra parte, aunque en verano suelen realizarse más actividades deportivas, el calor limita las posibilidad de las personas con diabetes de practicar ejercicio físico, algo que puede dar lugar al sedentarismo, lo que contribuye al descontrol glucémico. En este sentido, los expertos destacan que la actividad física de los diabéticos reporta grandes beneficios como la reducción del riesgo cardiovascular, ya que es la principal causa de mortalidad en estos pacientes.

Por todos estos motivos, los diabéticos deben intentar llevar a cabo una vida activa a pesar de las altas temperaturas, y aprovechar las horas de menos calor para caminar o nadar.

Por otra parte, hay que tener en cuenta que la insulina es un fármaco sensible al calor que puede perder su eficacia si la temperatura a la que se encuentra es muy elevada, por lo que los expertos recomiendan evitar dejarla en el interior de un coche durante varias horas bajo el sol o cerca de una ventana.

Por último, hay que tener presente que las personas mayores con diabetes tienen más riesgo de deshidratación y son más sensibles a los efectos del calor, y si además cuentan con algún tipo de deterioro cognitivo, la posibilidad de descompensación aguda es muy importante, motivo por el que estos pacientes debe beber al menos dos litros de líquido diario y no exponerse demasiado tiempo a temperaturas elevadas.

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